¡Hola de nuevo! En las dos últimas lecciones de este curso te expliqué dos conceptos fundamentales que te permiten conferir a tus fotografías un aspecto concreto y su correspondiente mensaje asociado: la apertura de diafragma y la velocidad de obturación. ¿Has sacado a pasear la cámara para practicar y comprobar por ti mismo lo que te conté? Recuerda que para hacer algunas buenas fotos primero hay que hacer varios miles de fotos horribles. Así que no te agobies si las cosas no salen bien a la primera, pero tampoco dejes de salir a la calle y experimentar. Al contrario que en las lecciones anteriores, en esta ocasión no necesitarás una cámara que te permita ajustes manuales o semiautomáticos, sino que podrás verificar con una pequeña cámara compacta o incluso tu smartphone lo que estoy a punto de explicarte. ¿Listo? Ok, let’s go! Vamos con la quinta lección del Curso de Fotografía para Padres: Sensibilidad ISO.
En la lección de hoy, le toca el turno al tercer concepto que completa lo que podríamos llamar la santísima trinidad de la correcta exposición. La sensibilidad ISO es un parámetro que proviene de la era analógica pero que en la era digital, aunque se mantiene, presenta un funcionamiento un poco distinto. Cuando hace unos pocos años cargabas tu cámara analógica el primer día de vacaciones con un carrete para inmortalizar los primeros bocatas de arena que se iba a comer tu enano en la playa, lo hacías con un elemento físico, la película, compuesta, a groso modo, por unos cristales transparentes y fotosensibles que son capaces de captar la luz necesaria para capturar a tu crío haciendo la croqueta. Esto tiene un inconveniente, porque desde que sacas la primera foto del carrete hasta que lo terminas, la capacidad fotosensible de esos cristales es la misma, por lo que debes adaptarte a ella para que tus fotos queden correctamente expuestas en todos los ambientes en los que ta vayas a mover. De esta manera, puede que, cuando estés a pleno sol junto al mar, la película que tengas puesta en la cámara sea adecuada, pero que en el momento en que pases a un ambiente más oscuro, ya no sea tan adecuada. Actualmente, con la fotografía digital, la cosa cambia, porque en lugar de una película, dispones de un sensor que, en vez de cristales, posee unos dispositivos electrónicos llamados diodos, también sensibles a la luz, a los cuales, también a groso modo, les puedes ajustar en cualquier momento su mayor o menor necesidad de luz para captar adecuadamente la fotografía.
Como de lo de las cámaras analógicas no hace tanto tiempo, tal vez recuerdes que la sensibilidad de los carretes más comúnmente utilizados suele oscilar entre ISO 50 e ISO 1.600, siguiendo la siguiente escala: 50, 100, 200, 400, 800, 1600… Cuanto mayor es el número de la sensibilidad ISO, más sensible es la película y menos cantidad de luz necesita para obtener la fotografía. Al igual que ocurría con la apertura de diafragma y la velocidad de obturación, la cantidad de luz necesaria para obtener una fotografía correctamente expuesta con un carrete de ISO 200 es la mitad que con uno de ISO 100, pero el doble que con otro de ISO 400. De manera equivalente, los valores de sensibilidad ISO que manejan las cámaras digitales suelen comenzar en ISO 50 o ISO 100, si bien el límite superior suele ser mucho más variable en función de cada modelo, llegando hasta auténticas barbaridades, como la sensibilidad ISO 409.600 que proporcionan algunas cámaras profesionales. Por otra parte, las cámaras digitales (generalmente las que permiten un mayor grado de ajustes manuales), además de permitir fijar la sensibilidad a voluntad en cada toma, permiten así mismo fijar sensibilidades intermedias, como también ocurría con la apertura y la velocidad de obturación. De esta forma, por ejemplo, entre ISO 200 e ISO 400 podemos encontrar valores intermedios como ISO 250 e ISO 320, lo cual puede facilitar la obtención de una exposición más precisa.
Al solete, ISO 100
Asociado al concepto de sensibilidad ISO conviene explicar también qué es el ruido (y no, no me refiero a lo que hace tu vecina del cuarto cuando arrastra los muebles a las 2 de la mañana…). Como ya te he dicho anteriormente, la película del carrete está compuesta por unos cristales fotosensibles. En el caso de las películas de una sensibilidad ISO elevada, adecuadas para ambientes con poca luz, estos cristales son de un tamaño notablemente mayor que los de las películas de ISO 50 o ISO 100. Por este motivo, las fotografías tomadas con películas de ISOs elevados presentan un grano bastante marcado (lo cual no tiene por qué ser desagradable, en muchos casos más bien al contrario…). En el mundo digital, de forma similar (aunque por motivos electrónicos distintos, los cuales no merece la pena explicar con detalle por no meternos en mucho jardín…), cuando haces una fotografía en un ambiente oscuro y utilizas una sensibilidad ISO elevada, la imagen puede presentar un deterioro que recibe el nombre de ruido y que aparece en forma de puntos de color aleatorios y una textura que, si es excesiva, no resulta estéticamente atractiva. Este es el motivo por el que, en muchas ocasiones, suele recomendarse utilizar el ISO más bajo posible que te permitan las condiciones de luz concretas bajo las que estés tomando la fotografía.
ISO 5000, y sin pestañear
No obstante, los sesudos ingenieros que diseñan los sensores de las cámaras digitales han hecho auténticos milagros tecnológicos y casi cualquier cámara dirigida a usuarios de nivel medio ofrece unos resultados a ISOs altos que hasta hace unos pocos años eran pura ciencia ficción y que permiten obtener fotografías perfectamente utilizables a ISOs muy muy elevados sin apenas despeinarte. Por otra parte, el software de retoque fotográfico también ha realizado grandes progresos en este sentido y existen multitud de programas que permiten retocar la fotografía y eliminar gran parte de ese desgradable ruido, aunque conviene que lo hagas con cierto tacto, porque si te pasas de frenada y el retoque es excesivo, tu fotografía puede adquirir un cierto aspecto plasticoso muy artificial y poco atractivo. En definitiva, no tengas miedo a exprimir las posibilidades del sensor de tu cámara, porque puede que te lleves más de una agradable sorpresa. Eso sí, lo más conveniente es que, como siempre te aconsejo, seas tú mismo quien haga tantas pruebas como consideres necesarias para ver qué ocurre cuando usas ISO 100, 800 ó 3.200 y decidas qué valor quieres usar.
Una vez llegados a este punto, el siguiente paso es entrar de lleno en el concepto de exposición y ver cómo la combinación de los elementos que hemos estudiado en estas tres últimas lecciones (apertura, velocidad y sensibilidad ISO) son los que determinarán que tus fotos tengan el aspecto que desees. No te la pierdas, porque la próxima lección es una de las madres del cordero fotográfico. Hasta entonces, te dejo tres fotos tomadas a ISOs muy bajos y otras tres tomadas a ISOS altos (3200 o superior…), para que notes el efecto del ruido y que veas que tampoco es para tanto, porque es mucho más importante sacar la foto, aunque tenga ruido, que no sacarla por miedo a él.
Ahora te toca a ti…
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