En nuestra familia hemos tenido la suerte, buena o mala, de que nuestros hijos son madrugadores, y aunque eso en muchas ocasiones, sobre todo los fines de semana, es algo que fastidia bastante, parece que consigue alargar las horas del día, y en consecuencia te obliga a pensar en cómo llenarlas. Una de las cosas que más les gusta hacer a los tempraneros es salir a pasear por el monte, y en ese caso, ir a darse un garbeo a las minas de Arditurri, en Oiartzun, y echar unas cuantas fotos por allí siempre resulta un plan apetecible.
El coto minero de Arditurri, al pie del único e imponente macizo granítico de Gipuzkoa, es un pequeño gran tesoro que los que vivimos cerca del Parque Natural de Peñas de Aia (y los que viven un poco lejos de él, también…) podemos disfrutar cuando queramos. Se trata de una zona minera que fue explotada de forma ininterrumpida durante casi dos mil años, desde época romana hasta mediados de los 80. Actualmente, y tras varios años de investigaciones arqueológicas y trabajos de acondicionamiento, las minas se encuentran abiertas al público para su visita. El acceso a las mismas se realiza por la carretera GI-3420, tomando el desvío que conduce hasta el parking para vehículos, desde el que se llega ya a pie por el bidegorri hasta el centro de interpretación y el área exterior de recreo, junto a la entrada a la mina.
La intervención humana sobre el paisaje de este enclave fue tan profunda durante la vida útil de la mina que algunas de las lomas que la rodean no lo son realmente, sino que son colosales acumulaciones de escombros que fueron extraídos del interior de la montaña a lo largo de los siglos… algo así como los montones de arena que se forman cuando haces un agujero en la arena de la playa. En la parte alta de una de estas lomas se levanta una imponente escultura de Imanol Marrodán, a la que se llega fácilmente por una pista de hormigón que forma parte del sendero local SL-GI-1007, que es muy sencillo de realizar y que consiste en una vuelta circular a Arditurri de poco más de 3 kilómetros. Una vez arriba, las vistas del entorno son espectaculares, e incluso en los días despejados puede llegar a verse el mar.
Nuestra intención al salir de casa aquella mañana era completar el recorrido de ese sendero. Sin embargo, nuestro pequeño Unai, que en el momento en que redacto estas líneas apenas tiene dos meses, y hay que tener precaución de que no se enfríe, limita bastante nuestros movimientos. Así que, por ahora, hemos aparcado las excursiones más largas y nos conformamos con pequeños paseos vespertinos. Al igual que cuando nos acercamos hasta los embalses del Leurtza, al enano nos lo llevamos a cuestas con el fular que adquirimos en Meitai Maitie y que tan cómodo nos resulta para estas cosas. En esta ocasión, nuestro pequeño madrugón tuvo su recompensa, porque tuvimos la suerte de ver trabajar a Joxe, que cada año por estas fechas construye una carbonera de unas 2 toneladas de madera de haya que estará prendida durante unas cuatro semanas aproximadamente, hasta que llegue su colega Olentzero con los regalos… Te dejo aquí las fotos de este breve paseo y te recomiendo que, si tienes ocasión, te acerques hasta Arditurri y te diviertas con todo lo que se puede hacer por allí.
Antes de terminar, tengo que contarte que hace ya un tiempo que le dejé a mi hijo mayor, de 6 años, una pequeña cámara digital que ya casi no uso con objeto de que se la lleve a estas pequeñas excursiones y viva en primera persona la experiencia de ver el mundo a través del visor de una cámara y guarde las imágenes de todo aquello que le resulte interesante (sobre los beneficios de prestarles una cámara a los niños para ayudarles a crear y aprender hablaremos otro día, no lo olvides…). Así que, como resultado, tenemos una fantástica colección de fotografías de las balizas metálicas que señalan el sendero que te he comentado anteriormente. Lo que me fascinó es que, cuando estábamos en lo alto de la loma, nos sacó una foto y, sin ninguna ayuda, consiguió encajarnos perfectamente en un hueco de luz que se forma en el interior de la escultura. Puede que fuera la suerte del principiante, pero no pude evitar sonreír al verla y no me puedo tampoco resistir a dejártela por aquí para que la veas. El chaval promete…
Ahora te toca a ti…
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2 Comments
a ver a ver a ver…no me lo puedo creer!!!!
según veía todo, a parte de pensar que qué chulada, -de sitios, de personitas, de técnica- no dejaba de pensar que faltaba uno: el fotógrafo!!!
y hete ahí!!!
me ha encantado.
¡Jejeje! Pues sí, ya sabes que lo que me gusta es estar a este lado de la cámara, pero de vez en cuando me permito hacer una excursión al lado contrario… ¡Me alegro de que te hayan gustado las fotos! ¡Gracias por pasarte y por comentar! ¡Besos para todos!