Un relajado paseo por La Concha y un brindis final con champán fueron el guión para esta preboda.

La decoración de la ceremonia, los asientos para los invitados, los farolillos, las velas, algunas guirnaldas, el bastidor para llevar los anillos, el pañuelo de la abuela para adornar el ramo de la novia, la decoración de la mesa de firmas, las flores para los centros de mesa, un traje de novia espectacular, los zapatos, los complementos…

Seguro que en la cabeza de Jordan resonaba esa frase que decían las abuelas “¿y tanto pa qué?”. Evidentemente, que todo esté bonito es fundamental. Pero no nos cansamos de repetir una cosa. Lo más importante en una boda es vivir intensamente los momentos de ese día junto a quienes queremos y nos quieren.

Jordan y Nick lo tenían claro: ellos querían disfrutar de su día de forma que tuvimos la inmensa suerte de ser sus fotógrafos de boda.

No descubrimos nada nuevo cuando decimos que Donostia es el destino elegido por muchos norteamericanos para pasar parte de sus vacaciones en Europa. En ese caso, un paseo por la playa de La Concha se hace imprescindible. Este fue la excusa perfecta para hacer una sesión de preboda con Jordan, Nick y su familia el día anterior a la boda en Igeldo.

Para evitar repetir patrones, se olvidaron de los habituales posados y nos sugirieron un enfoque documental. Esta idea se adaptaba perfectamente a lo que nos gusta hacer. Así que sin miedo a llenarnos de arena y meternos en el mar si hacía falta, acompañamos a esta pequeña gran familia por la orilla. Mientras, iba apareciendo ante nuestros ojos el encanto del medio oeste americano. El paseo acabó con un relajado brindis con champán en un bar del centro.

A veces, nuestro trabajo nos da la posibilidad de conocer gente que te hace sentir parte de los suyos.

Al día siguiente, los preparativos de Jordan comenzaron con la peluquería y el maquillaje en Noventa Grados, en plena Parte Vieja. Mientras tanto, Nick esperaba relajado en villa Lanperna. Esta finca en el monte Igueldo cuenta con una soberbia arquitectura contemporánea y una espectaculares vistas al mar. Además, en su jardín se iba a celebrar la ceremonia pocas horas después.

Una vez de vuelta, a Jordan sólo le quedaba vestirse de novia, para lo cual se ayudó de su madre y sus hermanas pequeñas. La complicidad entre todas ellas era más que evidente y se notaba que la emoción iba creciendo por momentos. El first look de Jordan y Nick en la cubierta de la villa, con el azul del mar y el cielo como decorado fue el preludio perfecto para la ceremonia.

Unos elegantes arreglos florales por parte de Villa Flores y unos cuantos pétalos blancos sobre la hierba del jardín fueron todos los adornos para el acto. No hizo falta mucho más, porque las miradas cómplices, las sonrisas nerviosas y las manos entrelazadas eran la mejor decoración.

El padrino y tío de Jordan fue el encargado de oficiar la ceremonia, sencilla íntima y sin boatos. Un paisaje espectacular, discursos emocionantes, algún regalo inesperado, alianzas y un brindis con champán… todo perfecto.

La propia villa Lanperna fue el lugar ideal para hacer una rápida sesión de fotos de pareja antes de bajar al Atari Gastroteka, de nuevo en la Parte Vieja. Aunque fuera martes, Jordan y Nick tenían claro dónde y cómo querían celebrar su cena. Fue de forma sencilla, en una mesa alargada, en la calle, y rodeados de su familia. Poco a poco, la noche caía sobre la ciudad y los últimos brindis marcaban el final de un largo e intenso día…

A veces, como en esta boda en Igeldo, además de poder hacer fotografías, nuestro trabajo nos da la posibilidad de conocer personas que te muestran su aprecio y te hacen sentir parte de los suyos. Y eso es un regalo que nunca podremos dejar de agradecer.

Jordan & Nick, thank you so so so  much!