•••
En la boda en Itxasbide de Olaia y Berzaitz, todos se implicaron para que todo saliera a pedir de boca: cantaron, bailaron, brindaron, rieron, lloraron… y lo consiguieron. Todo fue perfecto.
Cuando nos reunimos con Olaia y Berzaitz por primera vez, nos contaron sus intenciones de celebrar su boda en Itxasbide (Igeldo), lo cual nos pareció fantástico. Querían que aquello fuera una sorpresa para sus invitados, a los que no tenían intención de decirles nada hasta el último momento. Tenemos que confesar que, aunque la idea tenía buena pinta, nos pareció que era la típica ocurrencia que acabarían desechando.
Cuando volvimos a reunirnos con ellos pocos días antes del evento para apuntar todos los detalles del gran día, les preguntamos por aquella idea inicial. Imaginábamos que habría caído en el olvido. ¡Pues no! Para nuestra sorpresa, no sólo no había acabado en la basura, ¡sino que la habían mejorado!
La boda en Itxasbide de Olaia y Berzaitz acabó teniendo una agenda apretadísima repleta de sorpresas de los novios a sus invitados y viceversa. En definitiva, que fue un no parar, lo cual, por una parte, resulta un poco cansado. Por otro lado, te asegura que como fotógrafo de bodas tendrás material de sobra para elaborar un sabroso reportaje. Y así fue…
Los preparativos comenzaron en la pelu con Olaia acompañada por su hermana, su madre y la madre de Berzaitz. Siempre resulta interesante cubrir este tipo de momentos porque nos enseñan las primeras miradas y gestos de complicidad de un día tan importante. Dado que las casas donde iban a vestirse el novio y la novia estaban muy próximas la una de la otra, pudimos estar con ambos mientras les ayudaban a ponerse elegantes. Y después de esto, empezó la marcha…
Tren txu-txu, Montaña Suiza, Guiness, bertsos, rancheras… ¡un no parar!
Los invitados estaban citados en el teatro Victoria Eugenia para ir a no se sabía dónde. El tren txu-txu que les recogió les llevó dando un paseíto hasta el monte Igueldo, donde dieron unas vueltas en la mítica Montaña Suiza antes de dirigirse hacia Itxasbide.
Allí, el sol les esperaba para iluminar con fuerza una ceremonia en la que hubo sorpresas en los discursos, en las actuaciones de invitados inesperados y hasta en un brindis final con Guinness. Y de ahí, al cóctel y al banquete, donde todo el mundo tuvo sus quince minutos de fama, como diría Warhol. Y es que, al que no le obsequiaban con un cuadro, unos muñecos, flores o una carta manuscrita, se arrancaba a tocar la guitarra, cantar una ranchera o lanzar un bertso.
Y de los coros pasamos a las danzas, porque durante el baile hubo mucho movimiento, lo cual nos permitió captar muchas imágenes de esos momentos locos que tanto nos gustan. Y esto último que ocurrió, esta energía colectiva, fue lo que marcó de alguna manera el gran día de Olaia y Berzaitz. Todos se implicaron para que todo saliera a pedir de boca: cantaron, bailaron, brindaron, rieron, lloraron… y entre todos consiguieron crear un día perfecto.
Olaia, Berzaitz, fue un gustazo participar de esa obra coral de la que esperamos que estas imágenes os traigan recuerdos imborrables.
¡Gracias por todo!
AHORA TE TOCA A TI…
¿Te ha resultado interesante mi trabajo como fotógrafo de boda en Itxasbide?
¡Anímate a compartirlo y suscríbete al blog para recibir aviso de las próximas entradas!
¿TE CASAS Y QUIERES FOTOS AUTÉNTICAS E IRREPETIBLES?
¿Qué te parece si te pones en contacto conmigo y hablamos de lo que tienes pensado para tu gran día?
CONTACTO
Deja tu comentario