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Una antigua leyenda oriental dice que los dioses atan un cordón rojo alrededor del tobillo de aquellas personas que están destinadas a ser amantes…
Ella se encontraba en uno de los andenes de la estación de Chamberí, perdida y confusa y sin saber muy bien hacia dónde caminar. Gracias a los estudios de filología hispánica que había cursado en Taiwan, su país de origen, le pidió ayuda en un más que correcto español a un chico que pasaba por allí. Tras aclarar sus dudas, siguieron conversando.
La serendipia, ese capricho del azar que a veces nos hace inesperados regalos, hizo que Yu y Juan intercambiaran sus números de teléfono. Este relato, que empezó junto a unas vías de tren, continuó desarrollándose a lo largo del tiempo por distintos escenarios y ciudades. Finalmente, Yu y Juan decidieron organizar su boda en el Palacio Yrisarri para casarse ante sus familiares y amigos más cercanos. Nosotros, como sus fotógrafos de boda, tuvimos la suerte de documentar todo lo que ocurrió aquel día.
Fue mucho y muy divertido, porque por primera vez tuvimos ocasión de presenciar una tradicional ceremonia nupcial taiwanesa, aunque fuera en una versión muy condensada. Para nosotros fue un regalo presenciar aquel ritual plagado de símbolos: ropajes y objetos de color rojo, té, reverencias, una “mujer de la fortuna”, un abanico, un cubo de agua, niños con fruta, regalos en sobres rojos enrollados… Sin embargo, aquel día tuvimos la suerte de disfrutar de dos ritos.
Un rato más tarde, después de que Yu y Juan cambiaran su atuendo, ambos se dieron el sí quiero en una ceremonia civil occidental más convencional. No obstante, no por ello faltaron ni la emoción ni las risas. Y tras las ceremonias, una rápida sesión de fotos y… ¡a cenar y a bailar! Lo de la serendipia y el libre albedrío va mucho con mi filosofía.
Por otro lado, una antigua leyenda de la mitología asiática oriental afirma que los dioses atan un cordón rojo alrededor del tobillo de aquellas personas que están destinadas a ser amantes. Este cordón mágico podrá estirarse o enredarse pero nunca romperse. Quienes se encuentren así unidos caerán irremediablemente enamorados el uno del otro, independientemente del lugar o la circunstancia.
Quién sabe si fue el hilo rojo o el azar, pero fuese una cosa o la otra, Yu y Juan terminaron por celebrar su boda en el palacio Yrisarri. Ahora caminan juntos y escriben mano a mano su particular relato.
Que así sea durante muchos años más…
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