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Lo realmente importante en una boda es rodarse de gente que te quiere. Eso, y tener los 43 músculos faciales en plena forma, obviamente.
A pesar de las diferencias de las distintas fuentes, si buscas en Google lo más probable es que encuentres que el rostro humano posee 43 músculos. Yo no soy experto en anatomía, soy fotógrafo de boda. Y aunque pueda sonar mal, también soy un yonqui adicto a las expresiones y a los gestos. Esos 43 músculos son los responsables de dibujar en nuestro rostro todas las emociones que nos mueven por dentro: alegría, inquietud, orgullo, amor, congoja, admiración…
Por suerte, en la boda en Hondarribia y el restaurante Alameda de Itsaso e Ibon tuvimos la oportunidad de ser testigos de un sabroso cóctel de sensaciones a lo largo de todo el día. Miráramos a donde miráramos, siempre había un rostro mostrando alguna emoción: desde la ternura con la que Itsaso hablaba con sus sobrinas en la peluquería hasta la euforia final de la fiesta, pasando por la sorpresa en la cara de Ibon al ver llegar a la novia del brazo de su padre porque el coche que la traía se paró y se negó a arrancar.
Cuando esto ocurre, nuestro trabajo se convierte en algo muy sencillo, porque aquello que buscamos incesantemente está constantemente sucediendo ante nuestros ojos.
Ni clichés ni protocolos: naturalidad y ganas de disfrutar
Sin embargo, si tuviéramos que destacar algo, sería la naturalidad y las ganas de disfrutar con las que esta pareja afrontó su gran día. Más allá de clichés y protocolos, Itsaso e Ibon decidieron que su boda sería una celebración en la que la única condición indispensable sería pasarlo bien en buena compañía.
Para eso, entre otras cosas, Itsaso cambió los zapatos convencionales por unas sandalias con las que estar más cómoda y poder bailar (aunque luego incluso se calzó unas Converse…). Ibon aparcó la americana desde el minuto cero para soportar el tremendo calor del mes de agosto. Los novios no cortaron la tarta y el primer baile fue una invitación a la juerga colectiva. Y así podríamos continuar la lista durante un buen rato…
Y es que, al final, lo realmente importante en una boda no es nada más que eso: rodarse de gente que te quiere.
Eso, y que todos ellos tengan sus 43 músculos faciales en plena forma, obviamente.
Itsaso, Ibon, gracias por dejarnos ser testigos de vuestra alegría y por habernos hecho el trabajo tan fácil y divertido.
¡Os deseamos todo lo mejor!
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