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Del camarote de los Hermanos Marx a la última juerga colectiva… o casi…
Cuando Ainara e Igor se dieron el sí quiero, todos sus amigos ya habían pasado por ese trámite. De alguna manera, su boda en la finca Fagoaga se había convertido en la oportunidad perfecta para disfrutar casi por última vez de una gran fiesta todos juntos. Así que todos los asistentes, familiares y amigos, jóvenes y no tan jóvenes, tenían ganas de correrse una casi última juerga memorable. Para nosotros, como fotógrafos de boda, ese es el ingrediente fundamental para que nuestro trabajo sea más sencillo y, sobre todo, mucho más divertido.
La cosa empezó a todo trapo desde el principio. Durante los preparativos, Ainara estuvo rodeada de una marabunta de familiares. Miráramos donde miráramos siempre encontrábamos algo interesante que fotografiar: un sobrino corría en pelotas por la casa mientras otro ensayaba la lectura de la misa; un cuñado ajustaba las pajaritas a los críos mientras otro buscaba su corbata; una hermana ayudaba a elegir pulsera a la vez que otra ajustaba el traje a la madre de la novia… De cuando en cuando me venía Groucho Marx a la cabeza gritando “¡más madera, más madera!”…
Al llegar a la iglesia de la Asunción en Hondarribia, la cosa fue por el mismo camino. Un enorme grupo de invitados arropaba a Igor, que casi no daba abasto para besar y abrazar a todos. Y no nos olvidemos de los turistas que pasaban por allí y que se quedaban a ver la jugada, que son un peculiar ingrediente que siempre suele formar parte del decorado en estas ocasiones.
Tras la ceremonia, el aurresku, el arroz y las hojas de olivo y más besos y abrazos, todos nos dirigimos a la finca Fagoaga Dorretxea, en Oiartzun, un lugar fantástico donde los invitados disfrutaron en plena naturaleza y nosotros aprovechamos para hacer una rápida sesión de fotos de pareja al comienzo del cóctel.
Cuando llegó el momento del baile, Ainara e Igor interpretaron una coreografía que dejó a todos con la boca abierta. Fue el pistoletazo de salida para una fiesta loca y larga, el escenario perfecto donde quemar el último cartucho (o casi…) de las juergas colectivas.
Ainara, Igor, ha sido un gustazo trabajar a vuestro lado y compartir un día tan importante con vosotros.
¡Un abrazo grande!
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