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El lugar nos facilitó las cosas, pero la actitud de los novios y de todos sus invitados hicieron que nuestro trabajo fuera coser y cantar.

De los capullos que elaboran algunos gusanos se obtiene un tejido de tacto suave, brillante y con una elegante caída. Estas característica lo hacen perfecto para elaborar, entre otras cosas, prendas de alta costura. Tal vez por eso, cuando algo sale bien, suele decirse que ha ido como la seda.

Y creo que esa es la manera más simple y precisa para describir la manera en la que se desarrolló la boda en la finca Machoenia de María y Gonzalo. Los espacios exteriores abiertos y amplios, con jardines cuidados hasta el último detalle y la preciosa luz del final del verano ayudan a que nuestro trabajo sea más fácil. Sin embargo, nada de eso serviría si no existiera el ingrediente clave: el factor humano.

Nunca nos cansaremos de repetir que nuestras fotos no serían nada si las personas que tenemos delante de la cámara no interactúan. Si nuestro protagonistas no se ríen, si no se emocionan o si no abrazan a los que quieren nada funciona. Así que, si el lugar nos facilitó las cosas, la actitud de los novios y de todos sus invitados hicieron que nuestro trabajo fuera coser y cantar.

María y Gonzalo tenían muy claro qué querían hacer el día de su boda. Y también sabían perfectamente en qué no querían caer. Así que cuando uno no desea repetir clichés y prefiere hacer las cosas como mejor le parezca, lo más probable es que el resultado sea una fiesta en la que todo fluya con suavidad. Nosotros tuvimos la suerte de ser testigos del múltiple acierto de esta pareja.

Sus invitados fueron los que estuvieron y estuvieron los que eran. El buen tiempo permitió que todos disfrutaran de un lugar fantástico y no faltaron la buena comida ni la buena música. Y, por qué no decirlo, nos eligieron como fotógrafos de boda, lo cual les permitirá tener un buen puñado de imágenes que les ayudarán a recordar los momentos felices de aquel día.

María, Gonzalo, muchas gracias por vuestra confianza y por hacer que todo fuera como la seda.

¡Un abrazo grande!