Es muy complicado que un conjunto de casualidades se sumen para que dos personas crucen sus caminos. Pero a veces ocurre…
Leire y Salam forman una de esas parejas que, de alguna manera, te reconcilian con el género humano. Una pierna rota y una fiesta en torno a una paella en casa de una amiga. Esos fueron los dos únicos ingredientes que eligió el destino para que esta gipuzcoana y este libanés se conocieron a orillas del Golfo Pérsico. Original, ¿verdad?
Cuando nos contaron su historia no pudimos evitar sonreír. Hay ocasiones en las que el conjunto de las casualidades que deben sumarse para que dos personas crucen sus caminos es realmente complicado. Pero lo que de verdad nos encantó fue la naturalidad con la que ambos, provenientes de culturas tan diferentes, han sabido crear una gran nueva y diversa familia. Así que, para nosotros, como fotógrafos de boda, su enlace fue un caramelo que no pudimos más que disfrutar.
Para Leire, el día de su boda en el Hotel María Cristina de Donostia-San Sebastián comenzó en su suite. Allí fueron llegando amigos y familiares cercanos conforme se acercaba la hora del enlace. Salam, por su parte, se recuperaba en el Hotel de Londres de la épica fiesta que celebró con sus amigos la noche anterior.
Aunque cada boda es distinta e irrepetible, la mezcla de culturas era en esta ocasión un aliciente especial. Esto nos permitió aprender algunas tradiciones hasta entonces desconocidas para nosotros. Así, los padres de Salam acudieron puntuales a encontrarse con Leire y ofrecerle unas joyas a modo de ofrenda, que fueron el complemento perfecto al vestido diseñado por Amaia Albes.
Un rito único para dos culturas diferentes
Minutos después, Leire llegaba acompañada de sus futuros suegros a la iglesia de San José de la Montaña. El rito cristiano (casi un 40% de la población libanesa profesa esta religión) selló el enlace de ambos y dio paso a la celebración en el Hotel María Cristina. Allí, el banquete se vio interrumpido en varias ocasiones por música árabe. Esto nos sorprendió a más de uno y consiguió levantar de sus sillas incluso a los invitados vascos (y ya sabemos que los de aquí somos de caderas duras…).
La fiesta, ambientada al principio por un grupo de música latina en directo y por Bengoa DJs después, fue sencillamente brutal. Pero lejos de acabar ahí, la diversión continuó hasta más allá de medianoche en un reservado de la terraza de Bataplán.
Sinceramente, fue un día para recordar gracias a Leire y Salam, a sus familias y a sus amigos, a la música y a la mezcla de culturas. Y gracias también al equipo de 20 Eventos, quienes coordinaron, diseñaron e hicieron el styling de la boda para que cada detalle fuera sencillamente perfecto.
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